La baguette, emblema de Francia, se encuentra por todo el país, pero muchos especialistas dicen que la mejor es la de Paris. La baguette parisina, crujiente y ligera, es muy apreciada por los entendidos. Fina y larga, posee una corteza dorada y una miga alveolada que se deshace literalmente en la boca.
Compuesta de harina, levadura o masa madre, agua y sal, se cuece en el horno y se come templada o fría, en tostadas, para desayunar, en bocadillo o como acompañamiento de muchos platos.
La baguette parisina surgió en el siglo XIX, gracias en parte al conde Zang, que introdujo el pan vienés en Francia. En la actualidad presenta muchas formas: a la antigua, tradicional o campesina.